domingo, 8 de mayo de 2016

McCartney: "Para mí, el rock nunca fue rebeldía"

“Sí, estoy en Minneapolis. ¿Cómo está el clima por allá?” Apenas entra en contacto a través de la línea, Sir Paul McCartney desarticula con una pregunta de hijo de vecino cualquier gesto de solemnidad, y hace gala de su capacidad para establecer un diálogo que disimula la enorme diferencia que existe entre la condición de cualquier mortal normal y la suya, que indica que ese hombre nacido en Liverpool hace casi 74 años que en una semana estará por tercera vez en la Argentina, es sin duda uno de los artistas y personajes más relevantes del último siglo.

“Es especialmente estimulante ir a tocar allí. No veo la hora de llegar para compartir una fiesta de rock and roll”, dice el músico, que el domingo inaugurará su etapa argenta del One on One Tour -que entre sus "novedades" incluye el debut de Love Me Do y A Hard Day's Night en su repertorio solista- en Córdoba, y que completará el 17 y 19 de este mes en el estadio Único de La Plata. McCartney, que con el paso del tiempo saldó varias de las cuentas pendientes que sembró en el pasado -su tirante relación con Yoko Ono incluida-, y que hace rato retiró la palabra "retiro" de su diccionario personal, habla con una voz que denuncia su edad en una medida tal que el escenario no refleja.

Acaso sea esa la razón que lo impulsa a seguir recorriendo el mundo con su música y su historia. Con él viajan su infancia en Liverpool, The Beatles, The Cavern, la conquista de América, las experiencias con drogas, el Maharishi, su matrimonio con Linda, cuatro hijos, sus idas y venidas con Yoko, la separación de la banda y la vida sin John, George y Ringo, Wings, la cárcel en Japón, el asesinato de su amigo y socio, la muerte de Linda, la de George, su segundo matrimonio, su quinta hija y su divorcio, su tercera esposa, Nancy Shevell -vivencias contadas una y mil veces- y, sobre todo, varias de las canciones más bellas que alguien haya entregado a la humanidad.

“Girar y tocar es algo que amo, y que siempre amé hacer. Es un placer. Siempre digo que nosotros no trabajamos con la música, sino que jugamos con ella. Pero al mismo tiempo, no deja de ser un trabajo, y está muy bien que así sea. No podría quedarme sentado a hacer nada”, explica McCartney, para quien la fama y el dinero hace rato dejaron de ser su combustible. “Los públicos... -agrega-, ellos te dan la energía.”

Pero, a esta altura, uno podría suponer que ya pasaste por todas las sensaciones que un artista puede experimentar sobre un escenario.

Es interesante... Siempre pensé que cuando fuese envejeciendo ya no iba a querer seguir haciendo lo que hago. Pero si no hiciera música por mi trabajo, la querría hacer de todos modos. Aún en los días en los que no tengo la obligación de hacerlo, siempre agarro la guitarra o toco el piano. Me suelen preguntar si no es muy cansado hacer conciertos tan largos como los que hacemos. Debería serlo; pero la energía que te entrega el público genera el efecto opuesto. Es un proceso que involucra a la música, a la gente y a las canciones en sí mismas.

¿Aún habiéndolas cantado tantas veces?


Sí. A veces pienso por qué no me harto de cantar algunas de ellas. Y creo que es porque cuando las canto, encuentro cosas nuevas. La otra noche mientras cantaba Let It Be, empecé a pensar acerca de la situación del mundo, y el significado que tiene hoy esa letra; para mí, y para la gente. Encontrar siempre cosas nuevas en las canciones me resulta fascinante.

¿El significado cambia?

Sí; cambia porque la gente cambia. Pasan muchas cosas con las canciones, no sólo lo obvio. La canción tiene que ver con lo que te está pasando en tu vida en ese momento en el que la escuchas.

¿También cambió el significado del rock, que en algún momento simbolizó la rebeldía contra las estructuras establecidas, contra los mandatos parentales...?
Es que (interrumpe) no todo el mundo pensaba que el rock era eso. Cuando empezamos con el rock and roll no se trataba de rebeldía, sino de esa maravillosa música. No tenía nada que ver con rebelarse contra sus padres. Yo tuve unos padres maravillosos, contra los que no necesité rebelarme; y tampoco contra la sociedad. Uno podría decir que se trataba de rebelarse contra la música anterior, pero nunca lo vi de ese modo. Para mí el rock nunca fue rebeldía. Lo veía como una música grandiosa que nunca había escuchado antes, y que me hacía feliz. Estaba contento de ser parte de la nueva escena. Pero no era que nos estábamos rebelando contra nadie. Cuando yo canto, me siento bien; no es que estoy pensando '¡Uauh, yeah, sí, cómo me estoy rebelando!'. La gente necesita crearse ciertas imágenes de algunas cosas que pasan. Con el tiempo se creó el mito de que sí, ‘ohhh, el rock and roll era una rebelión’, cuando sólo era una nueva vestimenta, una nueva música, una nueva actitud para con el mundo, que no necesita ser una rebelión. Puede ser sólo un cambio.

Pero ese cambio tuvo una fuerza que luego pareció diluirse. ¿Hasta que punto las facilidades que aportan las nuevas tecnologías afectaron el proceso creativo, que en The Beatles aparece como una búsqueda artesanal, muy física?

Es que eso de que las computadoras hacen más fácil el proceso creativo también es un mito. Al contrario: te da más opciones, y eso lo dificulta más. Hay más oportunidades; cualquiera puede hacer música con una computadora en su habitación. Pero aún así, tienes que llegar al sonido, y a la canción. Y no creo que la tecnología te ayude en eso. En definitiva se trata de lo que sale de tu cabeza, y no de una caja.

¿De qué modo influye el paso del tiempo en eso que sale de la cabeza? ¿Cuánto más difícil o más fácil es encontrar la inspiración?

Si ves las carreras de muchos grandes artistas, vas a ver que hay un periodo en la juventud que es particularmente fructífero. Y eso es así porque cuando uno es joven, todo lo que va pasando a tu alrededor te llama la atención. Luego, cuando vas creciendo, te vas acostumbrando al mundo. Lo que hizo que las cosas a mí me fueran más fáciles, fue haber estado empezando algo, y haberlo hecho escribiendo con John. Era todo muy nuevo, estábamos tomando un montón de información del mundo que nos rodeaba. Lo que uno no tiene que perder es esa capacidad de asombro. Yo no lo veo más difícil hoy. Cuando agarro la guitarra, si tengo suerte alguna canción aparece, como hubiera sucedido antes. La diferencia es esa excitación que tienes cuando eres más joven.

Hace seis años, me dijiste que extrañabas escribir canciones con John, frente a frente en una habitación con sus guitarras. Pero, ¿qué pasó cuando empezaron a componer por separado? ¿Se planteó una competencia entre ustedes?

No. Lo que sucedió es que al principio era natural que escribiéramos juntos porque estábamos mucho tiempo juntos. Era algo natural. Después, él se casó, yo vivía en otro barrio; entonces, si alguno de los dos tenía una idea, empezaba a escribir la canción solo. Así salieron Yesterday, Eleanor Rigby, Let It Be... Algunas veces, las terminaba, como Yesterday. Otras como en el caso de Eleanor, la tenía casi lista y cuando nos encontramos con John, le pregunté si me ayudaba a terminarla. Acostumbrábamos hacer eso; pero si estábamos en locaciones diferentes o de vacaciones, nos acostumbramos a escribir cada uno por su lado. Y fue muy bueno.

¿Muy bueno? ¿Por qué?

Porque cuando la banda se separó, componer resultó no ser tan difícil como uno podría haber supuesto a priori. Teníamos práctica. Por eso, cuando él escribió Imagine, le resultó fácil.

Cuando uno te observa y te escucha, parece que siempre todo fluye de un modo natural, sin frustraciones ni grandes problemas.

Tengo mucha suerte. En mi vida tuve muchas cosas que me dieron y me dan felicidad, pero como todo el mundo, tengo dificultades. Nadie escapa de eso; todos las tenemos, porque es parte de la vida. Pero soy un hombre muy afortunado.

Recuerdo y homenaje

Con McCartney en la línea, a pocas horas de salir al escenario -el beatle tocó miércoles y jueves allí- del Target Center, en Minneapolis, el nombre de Prince, hijo dilecto de la ciudad, no podía estar ausente en la charla.

A lo largo de tu carrera colaboraste con Stevie Wonder, Michael Jackson y Kanye West, tres figuras icónicas de la música negra. ¿Alguna vez planearon trabajar juntos?
No. Nunca tocamos juntos ni tuvimos ningún proyecto en común. Pero he ido a conciertos suyos. Siempre fui un fan de la música de Prince. Y tuve la fortuna de pasar el último Año Nuevo con él, en una celebración privada. Estuvimos allí con mi esposa, con mi familia; estuvo mi hija Stella con su marido. Pasamos una noche fantástica. Fue maravilloso poder compartir ese momento cerca suyo.

Desert Trip: "Una idea muy ambiciosa y excitante"

“Tengo muchas ganas de que llegue esa fecha. Por ahora, lo único que puedo decir es que me parece una idea grandiosa, muy ambiciosa y excitante”, dice McCartney acerca del Desert Trip, el encuentro que reunirá entre el 7 y el 9 de octubre a The Rolling Stones, Bob Dylan, Neil Young, Roger Waters, The Who y el beatle en Indio, en el sur del desierto californiano, anunciado oficialmente el día previo a la entrevista. “Desde que comenzaron a trascender los rumores, todo el mundo se ha mostrado muy entusiasmado con la propuesta. Y a mí me pasa lo mismo”, agrega.  www.clarin.com

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